Era raro, pues con lo que me gustaba el sol, recuerdo no haberlo visto en todo el verano. Pero recuerdo su risa.
Bueno, quizás sí lo viera de reojo, pero quién puede fijarse si ella aletea con las pestañas.
O si se pone a bailar, sin música. ¿Cómo no dejar que eso te caliente la piel?
Ella y el sol competían, y he de decir que el sol tenía las de perder.
Quizás fue, que el sol quemaba por fuera y ella me quemaba por dentro. Me quemó el corazón, y nunca me sentí más vivo.
Pero en invierno, el sol se fue, y descubrí, que el sol y ella iban juntos, porque a pesar de competir, ella odiaba la lluvia sin posibilidades de arcoiris.
Y llegó el invierno y el sol se marcho, y con él, "el sol" se marcho.