Era una llama de esas que se mantenía sola, que no te pedía que salieras en medio de una noche invernal a por madera. Era única, y aunque fuera tímida era para siempre.
Nadie se había fijado en ese pequeño fuego porque no era una gran hoguera, ni una fogata...
Y un día, de repente, nos dimos la vuelta,y vimos que era lo único que nos impedía helarnos de frío, que eran fuegos artificiales.
Y ahora en el mismo momento que nos prometemos no comernos con la mirada, ya sabemos que lo incumpliremos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario