sábado, 22 de octubre de 2016

(Darle tiempo al tiempo que lo llaman)


Elige.
Estudios, curro, trabajo, música, películas, la persona con la que compartir tu vida, hijos, 1,2,3...¿4, en serio?
Elige.
Pero elige ya.
Y recuerda que cada decisión conlleva sus consecuencias.
Porque ahí está la gracia (sin gracia) de las decisiones. Que cada cosa que escogemos significa renunciar a otra.
¿Y si después, mirando atrás, nos damos cuenta de que la hemos cagado profusamente y nos arrepentimos toda la vida? ¿Y si vendemos la casa, para comprarnos el barco y después descubrimos que nos mareamos al navegar?
Da igual, tu elige, y elige ya.

Renuncio a vuestra vida a toda velocidad, y me quedo con la libertad de elegir lo que me de la puta gana cuando me de la puta gana.

Y (hoy) elijo no elegir. Dejar que las cosas fluyan, eijo flotar antes de saber si quiero el barco, y dejar que sea el mar el que me aleje o me acerque a la orilla.

 Y quién quiera flotar a mi vera, vendrá con la marea. O no.

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